PENINSULARES EN EL CASTILLO DE CRUCES A FINES DEL S. XVIII
- Pedro García Muñoz
- 2 dic 2020
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Por Francisco de Segovia Martínez, licenciado en Diseño y magíster en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus líneas de investigación son la historia y teoría del Diseño, estudios sobre cultura material, genealogía y heráldica. Ha publicado artículos sobre familias originarias de las ciudades de Valdivia y Osorno.
La dotación militar colonial del Castillo de Cruces, en la jurisdicción de Valdivia, permitió el asentamiento de un núcleo social importante en el dominio del Valle de la Mariquina, albergando entre sus peninsulares, entre otros, cuatro casos de relevancia para el estudio social de esa zona, de extensa descendencia hasta la actualidad y de importancia en la construcción de la identidad local durante todo el S. XIX; nos referimos a los andaluces Francisco García y Manuel Mera, al murciano Antonio Benítez y al aragonés Sebastián Ledea, los que representan el aporte español junto a otros sesenta peninsulares llegados a Valdivia en el último tercio del siglo XVIII.
Una muestra particular para conocer el origen y las dimensiones socio-culturales de este grupo, lo hemos tomado del análisis del Libro I de Matrimonios de Valdivia (1770 - 1801), en este se precisa el origen español de 61 sujetos en los años citados. De esta valiosa fuente se desprende una serie de cómputos respecto a las regiones de origen, las que en proporción se condicen con las señaladas por el P. Guarda en su Opus , las que presenta como una 1 proyección del total de su estudio. De todo ello el aporte andaluz y castellano serán relevantes, conformando los primeros un tercio del total, y en conjunto más de la mitad, más aún el corto periodo de tiempo en que se circunscriben, es decir las últimas tres décadas de ese siglo, dan cuenta de una movilidad que no se había tenido mayormente hacia la mitad del siglo XVIII, donde el grueso de la población que no era de Valdivia, provenía directamente del Perú. En síntesis, 2 del periodo y documento mencionado se registran: andaluces, 22; castellanos, 9; extremeños 6; vasco-navarros, 5; gallegos, 4; aragoneses, 3; catalanes, 2; riojanos, 2; murcianos, 1; levantinos,1; canarios, 1; sin identificar, 5, con un total de 61 personas. Es preciso indicar, que en las partidas sacramentales sean los contrayentes los de origen peninsular, siendo las mujeres en su mayoría valdivianas, a excepción de algunos casos en que estas son naturales de Concepción.
En contraste de los vasco-navarros llegados a Valdivia, los andaluces constituyeron en su mayoría soldados, en tanto los vascos como don Dionisio de Rementería, don Nicolás de Yavar o don Manuel de Echenique, se situaron en una escala más alta de la jerarquía social. Precisamente sería Rementería castellano de Cruces hacia 1798. Es indudable que existen excepciones en los andaluces que son de la oficialidad, como don Manuel Olaguer y Feliú, natural de Ceuta, Brigadier de Ingenieros, casado con doña Mercedes de la Guarda y Valentín, o de igual modo, don Francisco Buenrostro y don Miguel Díaz de Guzmán, el uno de Cádiz y el otro, de Úbeda.
Existe a diferencia de lo que se podría estimar por los rangos sociales, una preferencia por aquellos grupos intermedios el casar a sus hijas con peninsulares, siendo un caso notorio el de la familia Villanueva, descendencia del Alférez reformado don Toribio Villanueva y doña Jacinta Villegas, cuyas hijas y nietas, se unen a peninsulares del siguiente modo: Doña Manuela Villanueva con don Antonio de Araujo natural de Sanlúcar de Barrameda; doña Josefa 3 Villanueva con Vicente Gil natural de Alberite en Aragón, la hija de estos Nicolasa Gil con Alejandro Sanz, natural de Leciñena en Zaragoza; doña Clara Villanueva, viuda del Alférez reformado don Francisco Jaramillo lo hará con don Félix Manzano natural de Granada, y sus hijas doña Juana Jaramillo con Manuel Mera natural de Utrera, doña Teresa Jaramillo con don Antonio Martínez natural de Galicia, y Lucía Jaramillo con Domingo Vásquez, natural de Toledo. Otra nieta, Josefa Villanueva casada con Juan de Irigoiti, natural de Vizcaya. Un caso similar al de esta familia, será la descendencia de don José Portales y doña Tomasa de Serrano, antigua vecina del Castillo de Cruces, cuyas hijas se unirán a un levantino y a un navarro, y una nieta, doña Juana Portales (var. Velásquez) con el ubetense Francisco García. Familias, como vemos, que aún cuando no pertenecen al estado llano, no recaen en ellas los altos mandos de la administración local como fueron el caso de los Guarda, Echenique, Agüero, Henríquez, Adriasola, Lorca, Bazán o Castelblanco. De ello se deduce que, al no emparentar con las familias del patriciado, los peninsulares independiente de su condición, se convierten en una opción estimable. Aunque la denominación de españoles en los registros eclesiásticos refiere principalmente al origen familiar y, como medio de diferenciación de los indígenas, las partidas proporcionan información sobre la condición más precisas, la ciudad y consecutivamente el reino; los registros militares de Contaduría Mayor de la Plaza de Valdivia registran, respecto de la tropa, datos que permiten confrontar una u otra información y otorgar un alto grado de certeza. Tal es el criterio usado para analizar estos casos, que a más de registrar partidas en archivos parroquiales, registran otras tantas notas en cuadros militares o de tesorería y aduana de Valdivia. Como acotamos, los casos referidos, los indicamos como cabezas de familias con larga presencia en Cruces y San José de la Mariquina hasta la actualidad, aunque en algunos de ellos la línea de varonía se ha extinguido, su descendencia se ha unido a otras familias con importante presencia en la zona.
Los casos son el de Francisco García, Manuel Mera, Antonio Benítez y Sebastián Ledea. La descendencia de estos cuatro españoles se unieron inmediatamente en las primeras generaciones, así veremos cómo doña Ascensión García, hija de Francisco, casó con Alberto Mera, hijo de Manuel, en tanto don Fermín García lo hizo con una posible nieta del utrerano, Manuela Velásquez (referida como hija natural de Juan de Dios Mera). La hija de Benítez, Eusebia, fue la madre de Viviana y Lino Becerra Benítez, los que se unieron respectivamente a Ramón García, hijo natural de don Fermín en Gertrudis Cortés, y a Pascuala García, la citada como sobrina de doña Ascensión. La línea de Ledea en tanto, se unió en la segunda generación a la de Benítez, en el matrimonio Becerra - Arbucó, nietos de los expresados.
El ubetense Francisco García.

Cuando desarrollamos La Familia García de San José de la Mariquina, en un artículo publicado en la Revista de Estudios Históricos del Instituto de Investigaciones Genealógicas de Chile, indicamos con precisión la importancia social del grupo derivado del Castillo de Cruces, presentando a dicha familia como un sondeo al modo de vida social y familiar presente en ese contexto, registramos información no analizada a esa fecha y que rectificaba los estudios de la historia de San José de la Mariquina de don Paulo Pedersen García, pero la información ha seguido fluyendo y estimamos pertinente incorporar nuevos datos no registrados en ese artículo, el que ya anunciamos como el primero de una serie referido a Antiguas Familias de San José de la Mariquina.
Francisco García, natural de Úbeda, Reyno de Jaén, es un caso importante de un español que figura en la relación de los desterrados existentes en esta plaza y presidio de Valdivia y que ha pasado revista por su llegada a ella con asistencia del señor Gobernador Dn. Pedro Gregorio de Echenique y sobrestante intendente de estas obras Dn. Pedro Adriasola, en 01 de enero de 1785, incorporado al Ejército Español en Valdivia el 01 de marzo de 1785, desarrollará su actividad militar en el Castillo de Cruces.
Es el iniciador de la Familia García de San José de la Mariquina.
Del componente de desterrados que se integran al ejército en las últimas décadas del siglo XVIII, desde su más baja graduación -soldado- será Francisco García el que logra desarrollar, una carrera más extensa, su origen jaetense es mencionado no solo en el registro parroquial de matrimonios de Valdivia, sino en otras listas militares que hemos encontrado en forma posterior a la publicación referida; así, a 1792 integraba la Primera Compañía del Batallón de Infantería de Valdivia como cabo con tan solo 36 años de condición medianamente apta, se registra su estado civil casado. Cabo 1º en 1805 a 1810, se registra -por último- su condición de Subteniente en el Batallón de Veteranos de Valdivia en 1814, indicándose la correspondencia de pago por esta calidad desde el 06 de febrero hasta el 02 de junio de 1814, “fecha en que murió”. No hemos encontrado otro caso similar de ese nivel de ascenso, aunque las vicisitudes de la guerra de independencia pudieron haber influido en éste último grado, sin duda corresponde a mérito militar; en el mismo registro es sindicado con el tratamiento del “don”, lo que corrobora la relevancia social de su familia en el Poblado de Cruces.
Un hogar caracterizado por su lealtad a la causa realista - como todo Cruces- la casa de su hija doña Ascensión en dicho poblado, será registrada por el Coronel Jorge Beauchef en 1821, por el amparo que prestaba a Camilo Figueroa, soldado sobreviviente de la Batalla de Maipú; en su casa cuidó del hijo de su hermano Mariano, José María y a una sobrina llamada Pascuala, defendió sus derechos a las tierras de Cruces en las disputas habidas con motivo del proceso de colonización alemana, viuda dos veces, casó una tercera con don Francisco Antonio Velásquez, dueño de tierras en Huethaman (Cruces), sindicada como Mayordoma de la Misión Franciscana en Valdivia en 1851, falleció con más de noventa años en la década de 1860.
En 1837 otro hijo de Francisco, don Fermín García, a propósito de litigios de vecinos, es mencionado como Juez de Distrito en Cruces, función que debe haber ejercido al menos entre 1824 y 1828, año en que murió “por causas naturales” en el Castillo de Cruces a cuya guarnición abastece con leña y ganado. Sin duda, corresponde a la primera dotación de jueces de esa calidad, en la época republicana en San José de la Mariquina. De sus otros hijos, Mariano y Juan (José) Patricio, hemos referido su integración al ejército realista, participaron en el desastre de Rancagua en 1814 y estimamos pudieron haber muerto en la batalla de Maipú o en las reyertas posteriores a la retirada del Ejército Real hacia el sur, cuyos restos - bajo el mando del General Francisco Sánchez - acantonaron en Cruces en marzo de 1819 .
El utrerano Manuel de Mera.
Natural de Utrera en Andalucía, casaría en el Castillo de Cruces en 1777 con Juana Jaramillo, legítima don Francisco y doña Clara Villanueva, dejando extensa descendencia. Probablemente también desterrado a Valdivia. Sin mayores antecedentes en España más que el nombre de sus padres, Manuel Mera y Francisca García, en Valdivia permanecerá en la cuarta compañía, en la cual fallece en 02 de mayo de 1790. De su descendencia se registran los siguientes hijos: Juan de Dios Mera, bautizado en Valdivia, casado en primeras nupcias con doña Lucía Pinto, fue dueño de tierras en Guillguén (Cruces) se desempeñó como Capitán de Amigos de San José; Alberto Mera, Cabo, casado en primeras nupcias con Rafaela Becerra y en segundas con doña Ascensión García; Juan Mera, soldado, agricultor, casado con Clara Velásquez (var. Jaramillo), viudo a 1839, Capitan de Amigos en Tolten hasta 1844; Ramón Mera, Capitán graduado de Teniente Coronel en el Batallón de Infantería de Valdivia año 1815 , el que deja sucesión natural en María Luisa Urbina, hija natural de José Jaramillo y Hermenegilda Urbina.
El el iniciador de la extensa familia Mera de San José de la Mariquina.
El albacetense Antonio Benítez.
Natural de Albacete del Reino de Murcia, el soldado Antonio Benítez, había sido bautizado como Antonio Joseph en la parroquia de San Juan Bautista de dicha Villa el 29 de julio de 1753, era hijo legítimo de don Gil Fernández Benítez y doña Isabel de Arias y Andaya Sotomayor, fueron sus padrinos don Manuel de Santaella, regidor perpetuo de la Villa y doña Catalina Benítez, su hermana. Casado en primeras nupcias en Valdivia 28 de marzo de 1784 con 22 María N., fueron testigos informantes Francisco Acosta, Juan Fernández y Pedro Toro, y de bendición Lorenzo Espejo [natural de Ronda, Andalucía] y Catalina Cañizares. Desterrado a Valdivia por orden del Virrey en Lima. Debió enviudar al poco tiempo, casando en segundas nupcias, probablemente en la Capilla del Castillo entre 1784 - 1790, con Manuela Ovando de la cual dejó sucesión. Ingresó al ejército regular de Valdivia el 1 de enero de 1784. Se encontraba activo en la 6ª Compañía en 1797 y al año 24 siguiente, declaró en el juicio que sostuvo Basilio Peña contra Dionisio de Rementería, por el pago de vacunos usados en la alimentación de la guarnición, donde declara tener 45 años, dejando constancia de su firma en la deposición .
Una única hija registrada de su descendencia es Eusebia Benítez, vecina de Cruces, casada en primeras nupcias con Antonio Peña y Negrón, hijo de don Basilio Peña Castillo y doña María del Carmen Negrón; enviudó año 1817, tras lo cual casó en segundas nupcias en Valdivia el 11 de agosto de 1826 con Gabriel Becerra, hijo de Antonio y Casimira Jaramillo. Con descendencia de ambos matrimonios, proceden del primero María de la Cruz Peña, con sucesión natural del Cabo Hermenegildo Meneses; y Simona Peña, casada con José Barrientos. Con sucesión Jaramillo, Catalán, García Peña, Segovia Meneses.
El aragonés Sebastián Ledea.
Natural de la Capital de Aragón [sic], hijo de Sebastián Ledea y María Teresa Larrodea; desterrado en Valdivia, sirve en el Batallón de dicha Plaza desde 30 noviembre de 1787; soldado activo en la 2ª Compañía año 1810. Casó en el Castillo de Cruces 1 de mayo de 1788 con Javiera Rivera, hija de José Marcelino Rivera (var. Riveros) y Jacoba Flandes, siendo testigos José Rebolledo, Mariano Genovés, Andrés Vásquez y Juan Asencio. Padres de seis hijos: Andrés, María Melchora, Martina, Lucía, Narcisa y Micaela Ledea, todos con sucesión. Lucía Ledea, casará en primeras nupcias con Mariano Luna, y viuda lo hará en segundas nupcias en Valdivia 29 de febrero de 1829 con Luis Antelo natural de Villa de Caldas, Reino de Galicia, hijo de Manuel y María Pérez, donde serán testigos informantes José Puche [valenciano posteriormente avecindado en San José de la Mariquina] y Juan Fernández, y de padrinos don Miguel Acharán [vasco, vecino del Comercio] y doña Mercedes Fuica. Doña Melchora Ledea por su parte, casará en Valdivia 17 de marzo de 1832 con Francisco Cantos, natural de La Rochela en Francia, hijo de Francisco y Ana Heme, donde serán testigos Pedro Jaramillo y Clara Jaramillo; pero además dejará descendencia natural del italiano don Miguel Arbucó en una hija: Fernanda Arbucó Ledea, casada con Julián Becerra, hijo de Gabriel y Eusebia Benítez, y nieto del ya citado albacetense Antonio. Con sucesión en las familias Becerra y Segovia.
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